«Dardos Corporales: retrato de un homicida múltiple»

«Dardos Corporales: retrato de un homicida múltiple» de la escritora Jean Véliz D´Angelo, es una novela negra cuyo protagonista, Pablo Droguett, es un fotógrafo que padece un defecto visual de nacimiento que le impide percibir el mundo como todos nosotros. Aquejado y a su vez atraído por esta extraña condición, comienza a transitar caminos tan oscuros que lo invitan a apoderarse de la vida de sus víctimas de una forma muy particular.

Contraportada

Era yo su profesor de narrativa cuando Jean Véliz inició la escritura de “Dardos Corporales”. Estuve, por eso mismo, siempre muy cerca del proceso en que se gestó el texto y asistí sorprendido, maravillado, a veces abrumado, al hondo y sufrido trabajo que hay detrás de esta novela. Donoso decía que estuvo siete años trabajando en “El obsceno pájaro de la noche” y que la labor consumió buena parte de sus energías. Doy fe de que algo parecido le ocurrió a Jean Véliz: la contaminación ineludible que ha de haber experimentado con las tribulaciones y los vicios de su protagonista sugieren un compromiso con la escritura que pocas veces he advertido y presenciado en una autora tan joven como la propia Jean, y eso en sí mismo me hace feliz, me llena de una confianza sin tapujos en sus posibilidades como narradora. Hay, por otra parte, algo resueltamente original y desconcertante en los materiales escogidos por Jean. Un fotógrafo afectado de un mal que le impide ver los colores se embarca en un descenso a los infiernos donde varias de sus fotografiadas deberán acompañarlo, a pesar de sí mismas, se diría, y pagar el precio de las obsesiones incontroladas que una madre remota y una infancia solitaria le han dejado como herencia al protagonista. Una de las opciones más difíciles en cualquier relato es injertarse con convicción en la piel del mal, para hacer absolutamente creíble y persuasivo a un personaje que habita en la porción más oscura, sórdida incluso, de la existencia. Jean Vëliz lo hizo sin arredrarse ni poner cortapisas a su exploración en la psicología brutal, pero a la vez digna de compasión, de su protagonista, y eso por sí solo debiera bastar para impulsarnos a leer su historia. Me alegra saberla de vuelta y que ha sobrevivido al proceso, comprobar lo mucho que ha trabajado y seguido corrigiendo esa historia. Sugiere desde ya una disciplina igualmente difícil de encontrar en autores que comienzan. Le doy, por lo mismo, la más feliz bienvenida al mundo de la letra impresa. Que todo resulte bien; que todo salga como su oficio y vocación merecen que salga. (Jaime Collyer)
 
 
RESEÑA